Formación y capacitación: fuentes de productividad y competitividad.
Héctor Lavoe, el gran cantante de salsa puertorriqueño, el de la voz inigualable, que llenaba el Madison Square Garden como si tratara de una plazoleta, decía que no hay nada más viejo “que un periódico de ayer”. Pues bien: parodiando a Lavoe, se puede decir que no hay nada más viejo que lo que se aprendió ayer y que se dejó ahí como si se tratara de dogma inamovible.
En el mundo contemporáneo, donde la competencia es inflexible con los sistemas tradicionales de producción, distribución, comercialización y transporte, el conocimiento se envejece todos los días y los líderes, gerentes, administradores y colaboradores, tienen la obligación de capacitarse y formarse permanentemente.
Fernando Rivero, consultor en marketing y coaching en formación, señala que este es un gran reto de las empresas y de los propios empleados, independientemente del tamaño de la organización y del sector o actividad al que se pertenezca.
•La formación aumenta la productividad de los empleados. Una persona bien formada es una persona que sabe acometer de forma profesional sus tareas, invierte menos tiempo en desarrollar sus actividades, aporta soluciones que reducen costes, aumenta la eficacia, etc.
•La formación reduce los accidentes. Los profesionales formados cometen menos errores en el desempeño de sus tareas y, por extensión, ocasionan menos accidentes laborales.
•La formación aumenta la satisfacción de los clientes. Los clientes saben detectar cuándo un empleado es un buen profesional, entrenado y formado adecuadamente. Los empleados que saben tratar correctamente a los clientes producen en éstos una satisfacción y fidelización mayores.
•La formación reduce el absentismo laboral. Los empleados formados se sienten más implicados con la empresa. Valoran la inversión que se realiza en ellos y, por tanto, se sienten más cercanos a los problemas y retos que la empresa tiene planteados. Son personas, por tanto, que no abandonan sus responsabilidades.
•La formación aumenta la adaptación de la empresa a los cambios del entorno. La formación supone un esfuerzo adicional por parte de la persona. Le exige una actitud abierta hacia el aprendizaje, el compartir experiencias, el conocer nuevas formas de hacer y plantear el trabajo día a día. Esto hace que la persona pueda adecuarse más fácilmente a los posibles cambios del entorno. En parte, por su facilidad de adaptación y, en parte, porque es capaz de anticiparse a esos posibles cambios.
•La formación aumenta la competitividad. En entornos en los que la actividad empresarial es muy “dura”, es decir, donde existe una fuerte competitividad, los aspectos técnicos y de producción tienen un estándar de calidad similar entre distintas empresas. Las personas, en esta situación, marcan claramente la diferencia. Profesionales formados son sinónimo de mejores profesionales, y ésta es una de las bazas más importantes para competir.
lunes, 30 de enero de 2012
EL EXITO SE ORIGINA EN LA DISCIPLINA
El éxito se origina en la disciplina.
Parta de los siguientes principios para que no transfiera la responsabilidad de sus fracasos a terceros. Y analice lo que advierte Yokoi Kenji, un colombo-japonés, que se ha dedicado a estudiar la cultura nuestra y la forma de administrar los negocios.
-El éxito está en la disciplina, no en la disponibilidad de recursos.
-No basta con la creatividad, que de por sí es una gran riqueza, ni en la inteligencia. Hay que ponerle orden a las cosas.
-La prosperidad no es gratuita. Se gana con el esfuerzo diario, la constancia y el empeño.
-El subdesarrollo está en la mente. No es culpa de nadie más. De hecho mucha gente ha sobresalido de la nada.
-Las grandes empresas no florecen de la noche a la mañana. Se necesitan años para consolidarlas. Hay que reinvertir utilidades y pensar en disfrutarlas en el largo plazo.
Japón no tiene oro, petróleo, café, ni flores. Es más: es una isla sin recursos naturales habitada por 130 millones de personas. Ellos tampoco inventaron los carros, pero tienen las mayores factorías de vehículos del mundo. Es decir, no son tan inteligentes como se cree.
Entonces ¿en dónde radica su poderío económico? En la disciplina, afirma Yokoi Kenji, un joven que lleva sangre de ambos países y que con sus comparaciones demuestra que este país de paisas y costeños, de pastusos y santandereanos es tan rico que bien podría ser una potencia.
Kenji, lo tiene todo. Ha viajado por el mundo entero, vivió sus primeros once años en la tierra del Sol Naciente, pero reside en Ciudad Bolívar, una inmensa selva de cemento bogotana cargada de necesidades y considerada una de las localidades más inseguras y peligrosas de la ciudad.
El secreto del éxito –dice- es la disciplina, no la inteligencia. Un japonés jamás llega tarde a una cita. Cuando en Tokio o cualquier ciudad se estrellan dos carros, sus conductores se disculpan mutuamente y el conflicto es que los dos quieren pagar el seguro de accidente. Si alguien se gana la lotería se esconde porque considera que la fortuna le llegó sin el esfuerzo del trabajo. Nadie monta una empresa para enriquecerse a los dos años siguientes, sino que reinvierte las utilidades y la considera madura a los 20 años.
Ahí radica el poder japonés. Es esa mentalidad la que ha hecho grande a una Nación que tiembla todos los días y que carece de recursos naturales.
Kenji, quien dictó una conferencia en el Colegio Tilatá sobre “cómo entender a los jóvenes” y la importancia de la disciplina, sostiene que Colombia es un país rico, demasiado rico, no solo por sus recursos sino por su gente.
“El colombiano, dice, es inteligente, ingenioso, creativo y capaz de adaptarse a cualquier situación. A donde llega, gusta y aprende el formato del país”. Es también cariño, tanto que no tiene problema para abrazar a su vecino en diciembre. “Es amable”, dice, y señala que en Japón no se ve eso con tanta devoción.
¿Pero qué pasa? Le falta orden y disciplina. Nada más que eso, porque le sobra talento y está lleno de héroes. Unos héroes como aquellas mujeres capaces de sostener una familia de seis hijos, y generosos que alimentan ancianos y se levantan en medio de las peores tragedias.
Con algo de disciplina, el país estaría en otro grupo de naciones: las consideradas ricas. Pero muchas personas aplican la ley del menor esfuerzo, pretenden triunfar sin el menor sacrificio y se escudan en pretextos para transferir las responsabilidades de sus fracasos o de sus logros frágiles.
“Yo no creo en la pobreza de Colombia, creo que hay mentalidad de pobreza que es diferente, afirma Kenji, quien propone cambiar de paradigmas y valorar la importancia del la disciplina, el orden y el rigor.
Parta de los siguientes principios para que no transfiera la responsabilidad de sus fracasos a terceros. Y analice lo que advierte Yokoi Kenji, un colombo-japonés, que se ha dedicado a estudiar la cultura nuestra y la forma de administrar los negocios.
-El éxito está en la disciplina, no en la disponibilidad de recursos.
-No basta con la creatividad, que de por sí es una gran riqueza, ni en la inteligencia. Hay que ponerle orden a las cosas.
-La prosperidad no es gratuita. Se gana con el esfuerzo diario, la constancia y el empeño.
-El subdesarrollo está en la mente. No es culpa de nadie más. De hecho mucha gente ha sobresalido de la nada.
-Las grandes empresas no florecen de la noche a la mañana. Se necesitan años para consolidarlas. Hay que reinvertir utilidades y pensar en disfrutarlas en el largo plazo.
Japón no tiene oro, petróleo, café, ni flores. Es más: es una isla sin recursos naturales habitada por 130 millones de personas. Ellos tampoco inventaron los carros, pero tienen las mayores factorías de vehículos del mundo. Es decir, no son tan inteligentes como se cree.
Entonces ¿en dónde radica su poderío económico? En la disciplina, afirma Yokoi Kenji, un joven que lleva sangre de ambos países y que con sus comparaciones demuestra que este país de paisas y costeños, de pastusos y santandereanos es tan rico que bien podría ser una potencia.
Kenji, lo tiene todo. Ha viajado por el mundo entero, vivió sus primeros once años en la tierra del Sol Naciente, pero reside en Ciudad Bolívar, una inmensa selva de cemento bogotana cargada de necesidades y considerada una de las localidades más inseguras y peligrosas de la ciudad.
El secreto del éxito –dice- es la disciplina, no la inteligencia. Un japonés jamás llega tarde a una cita. Cuando en Tokio o cualquier ciudad se estrellan dos carros, sus conductores se disculpan mutuamente y el conflicto es que los dos quieren pagar el seguro de accidente. Si alguien se gana la lotería se esconde porque considera que la fortuna le llegó sin el esfuerzo del trabajo. Nadie monta una empresa para enriquecerse a los dos años siguientes, sino que reinvierte las utilidades y la considera madura a los 20 años.
Ahí radica el poder japonés. Es esa mentalidad la que ha hecho grande a una Nación que tiembla todos los días y que carece de recursos naturales.
Kenji, quien dictó una conferencia en el Colegio Tilatá sobre “cómo entender a los jóvenes” y la importancia de la disciplina, sostiene que Colombia es un país rico, demasiado rico, no solo por sus recursos sino por su gente.
“El colombiano, dice, es inteligente, ingenioso, creativo y capaz de adaptarse a cualquier situación. A donde llega, gusta y aprende el formato del país”. Es también cariño, tanto que no tiene problema para abrazar a su vecino en diciembre. “Es amable”, dice, y señala que en Japón no se ve eso con tanta devoción.
¿Pero qué pasa? Le falta orden y disciplina. Nada más que eso, porque le sobra talento y está lleno de héroes. Unos héroes como aquellas mujeres capaces de sostener una familia de seis hijos, y generosos que alimentan ancianos y se levantan en medio de las peores tragedias.
Con algo de disciplina, el país estaría en otro grupo de naciones: las consideradas ricas. Pero muchas personas aplican la ley del menor esfuerzo, pretenden triunfar sin el menor sacrificio y se escudan en pretextos para transferir las responsabilidades de sus fracasos o de sus logros frágiles.
“Yo no creo en la pobreza de Colombia, creo que hay mentalidad de pobreza que es diferente, afirma Kenji, quien propone cambiar de paradigmas y valorar la importancia del la disciplina, el orden y el rigor.
lunes, 16 de enero de 2012
LA ERA DE LAS HABILIDADES DESECHABLES
La era de las habilidades desechables.
Publicado por Latinpyme en ene 16, 2012 en Gestión.
Cuando las empresas apenas estaban asimilando la necesidad de contratar a sus colaboradores bajo el criterio de competencias, ahora resulta que las habilidades se vuelven obsoletas de la noche a la mañana. La capacitación y la formación constante y permanente son el gran desafío de la fuerza laboral para permanecer vigente en el mercado, porque de lo contrario será imposible el paradigma de la competitividad. Esa es la elección entre de sobrevivir o morir.
Un estudio realizado por la multinacional Manpower, con base en las nuevas tendencias de la tecnología, el cambiante panorama demográfico con niveles de migración cada vez mayores, el surgimiento de mercados emergentes y la agilidad en los procesos impulsados por la sociedad de la información, indica que el capital le dará paso al talento.
Pero el talento por sí solo no significa nada. Habrá que afilarlo continuamente, porque lo que hoy es modernismo, mañana será cosa del pasado, algo inservible y hasta incómodo ante las nuevas realidades. Y los gerentes y líderes, a quienes ahora se les denomina neogerentes, tendrán también que desarrollar nuevas competencias y ser conscientes de que su equipo de trabajo tendrá que estar a la vanguardia de los vertiginosos cambios.
Es la era del “Potencial Humano”, señala el descarnado informe que consigna las nuevas realidades del trabajo como factor de crecimiento económico y cuyos principales apartes recoge Latinpyme en forma exclusiva para sus lectores.
Nuestra capacidad para dar sentido al caos de esta nueva era exigirá que los gobiernos, las compañías y los individuos dejen de lado el cinismo que se genera naturalmente ante cambios de tal magnitud. En su lugar, tal discernimiento dependerá de un nuevo enfoque colaborativo que lleve a encontrar nuestro espíritu humano interior: el ingenio, el entusiasmo, el compromiso y el potencial de la humanidad que se convertirán en la nueva fuerza impulsora en el mundo, desde el punto de vista económico, político y social.
Del capital al talento
Esta situación ocurrirá, por supuesto, a distintos ritmos en cada región. En el caso colombiano la informalidad laboral, calculada en 60% del mercado del trabajo, y la gran concentración de la actividad económica en el sector de materias primas, puede aparentemente demorar este paso del capital al talento.
Sin embargo, los sectores de industria y servicios crecen cada vez más, la inversión extranjera no solamente se hace en la minería o en sectores no intensivos en mano de obra y se va a requerir personal capacitado en tecnologías de punta, atención a clientes y con visión intercultural, para que nuestro país pueda hacer buen uso de las oportunidades que su inclusión entre los países promisorios en el futuro (por ejemplo entre los CIVETS, junto a Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica) pueden traer.
Colombia tiene población joven, con vocación de servicio y gran capacidad de aprendizaje, pero la solución de las afugias diarias exige para gran parte de ellos mucha de la atención que, de recibir mejor atención, podrían dedicar para convertirse en un acervo de talento humano competitivo internacionalmente.
Colombia, buen bono demográfico
Por eso, a pesar de un alto desempleo juvenil (22.6% a marzo de 2011), de la tentación de los negocios ilegales y la fuga de cerebros, Colombia tiene un buen bono demográfico, es decir, oportunidad económica gracias a su población juvenil.
Además tenemos en los trabajadores mayores (mayormente “baby boomers”) un cúmulo de experiencia y capacidad de visión que enriquece enormemente nuestro mercado laboral y que bajo las condiciones adecuadas es mucho lo que enseña.
La generación “X” (nacidos entre 1970 y 1985, aproximadamente) ocupa actualmente posiciones de liderazgo y tiene la obligación de planificar esta oportunidad, administrando el talento humano desechando las recetas únicas para todas las generaciones y encontrando las formas de optimizar las potencialidades de cada una de ellas, especialmente en la generación “Y”, que trae nuevas costumbres, conocimientos y maneras de entender el mundo, y la que les sigue, conocida como generación “click” y cuya visión de los ritmos de la vida tiende a ser más acelerada en lo tecnológico, aunque no necesariamente en los demás aspectos.
La post recesión
Durante la recesión las empresas se hicieron más eficientes y redefinieron las prácticas para su fuerza laboral. Es comprensible que ahora muchos empleadores sean reticentes a volver a inflar su dotación y perder flexibilidad financiera.
Este foco en la eficiencia significa que los empleadores están buscando conjuntos de habilidades más específicos: el talento con las habilidades correctas, los comportamientos correctos y la forma correcta de desempeñarse en un mercado global volátil. Esto está generando una falta de concordancia tangible, y cada vez más preocupante, entre el talento disponible y el talento que necesitan los empleadores. Es por ello que existe la aparente paradoja de niveles altos de desempleo y puestos de trabajo vacantes.
Por consiguiente, el hecho de poder atraer y retener al talento que lleve al crecimiento de la empresa se ha convertido en un diferenciador en todo el mundo. En el pasado, para que las compañías pudieran crecer, tenían que acceder al capital. Ahora, para progresar, las empresas tienen que acceder al talento, no solo al capital.
A medida que este proceso evolucione, veremos un paso del capitalismo al talentismo y la transformación del talento en una ventaja competitiva primordial. Mientras los empleadores compiten por una oferta limitada de talentos, probablemente veamos cómo el poder pasa de la organización al individuo.
Los individuos calificados van a imponer cada vez más las condiciones a los empleadores en cuanto a cómo, dónde y cuándo trabajar. Gravitarán naturalmente hacia las industrias que ofrezcan mejores posibilidades para el desarrollo de sus carreras, exhiban un compromiso con la responsabilidad social empresarial y contribuyan con las comunidades en las que se encuentran.
¿Qué pasará con la gestión humana?
Queda claro entonces que el impacto de la Era del Potencial Humano será extendido y generalizado. Los empleadores tienen que actualizar sus suposiciones en lo referente a las prácticas para personas y los modelos de trabajo con el fin de estar en línea con la realidad del panorama del empleo del siglo XXI.
Sabiendo que pueden ser más eficientes, las compañías ahora deben ser más ágiles en la forma como atraen, capacitan y desarrollan a sus empleados para poder contar con el mejor entorno posible para liberar la creatividad, la innovación, la empatía, el entusiasmo y la curiosidad intelectual, que son la esencia misma de lo que significa ser humano. Tienen que usar estas herramientas para desarrollar y liberar el potencial crudo de su mayor activo -su gente- y tienen que estar comprometidas a identificar e invertir en su estrategia para el talento por los próximos cinco a diez años, por lo menos.
El reto de las personas
Al igual que sus empleadores, los individuos tienen que prestar atención a las implicancias de la Era del Potencial Humano. El ritmo de cambio en la Era del Potencial Humano será más veloz que nunca antes, particularmente en todo lo relacionado con la tecnología. Las habilidades se tornarán obsoletas rápidamente, por lo que los individuos tendrán que tener una “mentalidad ávida por aprender” para poder seguir desarrollando y liberando su potencial humano durante el transcurso su carrera.
El mundo está viviendo una transformación, remodelando el mercado laboral de todo el planeta y redefiniendo cómo las organizaciones y los individuos actúan en un entorno global. La historia muestra que los humanos siempre fueron la fuerza impulsora detrás del esfuerzo y la iniciativa, del ingenio y de la imaginación.
A pesar del consenso de que la sociedad está infundida de cinismo ante la tensión sin precedentes que se vive, el espíritu humano está vivo y saludable. Los humanos se levantan ante el desafío de tomar el lugar que les corresponde en el centro de la escena como la única fuente de inspiración e innovación del mundo. La Era del Potencial Humano marca el pináculo de este viaje, cuando el potencial crudo de los seres humanos por fin es el centro de la escena.
Publicado por Latinpyme en ene 16, 2012 en Gestión.
Cuando las empresas apenas estaban asimilando la necesidad de contratar a sus colaboradores bajo el criterio de competencias, ahora resulta que las habilidades se vuelven obsoletas de la noche a la mañana. La capacitación y la formación constante y permanente son el gran desafío de la fuerza laboral para permanecer vigente en el mercado, porque de lo contrario será imposible el paradigma de la competitividad. Esa es la elección entre de sobrevivir o morir.
Un estudio realizado por la multinacional Manpower, con base en las nuevas tendencias de la tecnología, el cambiante panorama demográfico con niveles de migración cada vez mayores, el surgimiento de mercados emergentes y la agilidad en los procesos impulsados por la sociedad de la información, indica que el capital le dará paso al talento.
Pero el talento por sí solo no significa nada. Habrá que afilarlo continuamente, porque lo que hoy es modernismo, mañana será cosa del pasado, algo inservible y hasta incómodo ante las nuevas realidades. Y los gerentes y líderes, a quienes ahora se les denomina neogerentes, tendrán también que desarrollar nuevas competencias y ser conscientes de que su equipo de trabajo tendrá que estar a la vanguardia de los vertiginosos cambios.
Es la era del “Potencial Humano”, señala el descarnado informe que consigna las nuevas realidades del trabajo como factor de crecimiento económico y cuyos principales apartes recoge Latinpyme en forma exclusiva para sus lectores.
Nuestra capacidad para dar sentido al caos de esta nueva era exigirá que los gobiernos, las compañías y los individuos dejen de lado el cinismo que se genera naturalmente ante cambios de tal magnitud. En su lugar, tal discernimiento dependerá de un nuevo enfoque colaborativo que lleve a encontrar nuestro espíritu humano interior: el ingenio, el entusiasmo, el compromiso y el potencial de la humanidad que se convertirán en la nueva fuerza impulsora en el mundo, desde el punto de vista económico, político y social.
Del capital al talento
Esta situación ocurrirá, por supuesto, a distintos ritmos en cada región. En el caso colombiano la informalidad laboral, calculada en 60% del mercado del trabajo, y la gran concentración de la actividad económica en el sector de materias primas, puede aparentemente demorar este paso del capital al talento.
Sin embargo, los sectores de industria y servicios crecen cada vez más, la inversión extranjera no solamente se hace en la minería o en sectores no intensivos en mano de obra y se va a requerir personal capacitado en tecnologías de punta, atención a clientes y con visión intercultural, para que nuestro país pueda hacer buen uso de las oportunidades que su inclusión entre los países promisorios en el futuro (por ejemplo entre los CIVETS, junto a Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica) pueden traer.
Colombia tiene población joven, con vocación de servicio y gran capacidad de aprendizaje, pero la solución de las afugias diarias exige para gran parte de ellos mucha de la atención que, de recibir mejor atención, podrían dedicar para convertirse en un acervo de talento humano competitivo internacionalmente.
Colombia, buen bono demográfico
Por eso, a pesar de un alto desempleo juvenil (22.6% a marzo de 2011), de la tentación de los negocios ilegales y la fuga de cerebros, Colombia tiene un buen bono demográfico, es decir, oportunidad económica gracias a su población juvenil.
Además tenemos en los trabajadores mayores (mayormente “baby boomers”) un cúmulo de experiencia y capacidad de visión que enriquece enormemente nuestro mercado laboral y que bajo las condiciones adecuadas es mucho lo que enseña.
La generación “X” (nacidos entre 1970 y 1985, aproximadamente) ocupa actualmente posiciones de liderazgo y tiene la obligación de planificar esta oportunidad, administrando el talento humano desechando las recetas únicas para todas las generaciones y encontrando las formas de optimizar las potencialidades de cada una de ellas, especialmente en la generación “Y”, que trae nuevas costumbres, conocimientos y maneras de entender el mundo, y la que les sigue, conocida como generación “click” y cuya visión de los ritmos de la vida tiende a ser más acelerada en lo tecnológico, aunque no necesariamente en los demás aspectos.
La post recesión
Durante la recesión las empresas se hicieron más eficientes y redefinieron las prácticas para su fuerza laboral. Es comprensible que ahora muchos empleadores sean reticentes a volver a inflar su dotación y perder flexibilidad financiera.
Este foco en la eficiencia significa que los empleadores están buscando conjuntos de habilidades más específicos: el talento con las habilidades correctas, los comportamientos correctos y la forma correcta de desempeñarse en un mercado global volátil. Esto está generando una falta de concordancia tangible, y cada vez más preocupante, entre el talento disponible y el talento que necesitan los empleadores. Es por ello que existe la aparente paradoja de niveles altos de desempleo y puestos de trabajo vacantes.
Por consiguiente, el hecho de poder atraer y retener al talento que lleve al crecimiento de la empresa se ha convertido en un diferenciador en todo el mundo. En el pasado, para que las compañías pudieran crecer, tenían que acceder al capital. Ahora, para progresar, las empresas tienen que acceder al talento, no solo al capital.
A medida que este proceso evolucione, veremos un paso del capitalismo al talentismo y la transformación del talento en una ventaja competitiva primordial. Mientras los empleadores compiten por una oferta limitada de talentos, probablemente veamos cómo el poder pasa de la organización al individuo.
Los individuos calificados van a imponer cada vez más las condiciones a los empleadores en cuanto a cómo, dónde y cuándo trabajar. Gravitarán naturalmente hacia las industrias que ofrezcan mejores posibilidades para el desarrollo de sus carreras, exhiban un compromiso con la responsabilidad social empresarial y contribuyan con las comunidades en las que se encuentran.
¿Qué pasará con la gestión humana?
Queda claro entonces que el impacto de la Era del Potencial Humano será extendido y generalizado. Los empleadores tienen que actualizar sus suposiciones en lo referente a las prácticas para personas y los modelos de trabajo con el fin de estar en línea con la realidad del panorama del empleo del siglo XXI.
Sabiendo que pueden ser más eficientes, las compañías ahora deben ser más ágiles en la forma como atraen, capacitan y desarrollan a sus empleados para poder contar con el mejor entorno posible para liberar la creatividad, la innovación, la empatía, el entusiasmo y la curiosidad intelectual, que son la esencia misma de lo que significa ser humano. Tienen que usar estas herramientas para desarrollar y liberar el potencial crudo de su mayor activo -su gente- y tienen que estar comprometidas a identificar e invertir en su estrategia para el talento por los próximos cinco a diez años, por lo menos.
El reto de las personas
Al igual que sus empleadores, los individuos tienen que prestar atención a las implicancias de la Era del Potencial Humano. El ritmo de cambio en la Era del Potencial Humano será más veloz que nunca antes, particularmente en todo lo relacionado con la tecnología. Las habilidades se tornarán obsoletas rápidamente, por lo que los individuos tendrán que tener una “mentalidad ávida por aprender” para poder seguir desarrollando y liberando su potencial humano durante el transcurso su carrera.
El mundo está viviendo una transformación, remodelando el mercado laboral de todo el planeta y redefiniendo cómo las organizaciones y los individuos actúan en un entorno global. La historia muestra que los humanos siempre fueron la fuerza impulsora detrás del esfuerzo y la iniciativa, del ingenio y de la imaginación.
A pesar del consenso de que la sociedad está infundida de cinismo ante la tensión sin precedentes que se vive, el espíritu humano está vivo y saludable. Los humanos se levantan ante el desafío de tomar el lugar que les corresponde en el centro de la escena como la única fuente de inspiración e innovación del mundo. La Era del Potencial Humano marca el pináculo de este viaje, cuando el potencial crudo de los seres humanos por fin es el centro de la escena.
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